miércoles, 15 de diciembre de 2010

... cuando emprendemos el viaje de vuelta...

... vimos violetas y caballos viejos". Te echo de menos. Siempre te echaré de menos.

jueves, 5 de agosto de 2010

piano, piano

La puerta estaba abierta. Se oían los acordes de una guitarra.

Me senté en la silla. Quise decir algo. No podía articular palabra, ni acercarme.

Sentada sobre la cama y con la guitarra sobre su cuerpo, tan ligeramente sostenida que parecía formar parte de la bella criatura que tenía frente a mí. Los escalofríos me poseyeron por completo al acariciarme con las reverberaciones de su voz, tan especial, auténtica, viva, suave y al mismo tiempo salvaje, como una selva virgen. Tocaba con delicadeza, mimo, puro arte.

La miraba con amor, melancolía, alegría de tenerla de nuevo frente a sí, yo a ella, ella a la guitarra.

La acariciaba con sus dedos, toda la palma, reconociendo la suavidad de su textura. El brillante barniz parecía reflejarse en mis ojos cuando levantaba la vista hacia mí, un brillo sincero, rebosante de sentimiento.

Aquella entereza me derretía, sobre todo por el contraste con la debilidad de aquel vientre doblegado y encubierto por su amante recobrada. La dulce fragilidad me conmovió; el significado de aquellas palabras…

Al terminar la canción, la fuerza que me ataba a la silla parecía haberse desvanecido, la música y su eco me dejaban el paso libre, poder penetrar en su burbuja. Me senté a su lado.

Ella respiraba tímida y agotada.

Y, cuando mis manos rodearon las suyas, dejaron en ese instante de retener a la guitarra, deslizándose ésta tristemente porque su dueña me pertenecía ahora a mí.>>>



sábado, 9 de enero de 2010

Post-noche-viejAS


Nunca fui la típica “fan”, no creía en los ídolos que no se podían tocar, ni forré mis carpetas con fotos de aquellos a quienes había que adorar, supongo que era un acto de rebeldía por mi parte, no querer ser “normal”, o simplemente resignarme a ello de la forma más digna. Aún así, sí que tuve grandes compañeros fictios en mi adolescencia, fue una época en la que no dejaba de leer, de escribir, de escuchar música, lo que ya a penas hago, tenía todo el tiempo del mundo por delante, y ahora, a medida que se escurren los años, me da la sensación de que se escapan cada vez más y más vertiginosamente, como una broma absurda.

No, no fui una “fan”, pero sí que sentía admiración por algunos personajes de “no carne y hueso”, con una serena apariencia externa, con amor juvenil ocultado, o más bien de aquellas palabras, aquellos acordes.

Esta nochevieja fue para mí como pudo ser para muchos otros: risas, champan-cerveza-..., chocolate (con churros), ganas de partirle la cara a gente idiota (“es que YO he llamado a la taxista personalmente”), actos semi-bandálicos (a saber cómo acabó la pista de hielo de los hijosdelupa) bailoteo,.. sonaron muchas canciones de aquellos antiguos ídolos míos, Luz Casal y su Rufino, MN y canciones suyas desatadas (qué tiempos aquellos en los que la poníamos en el bar a tope, sí, bueno, mejor que se queden allí aquellos tiempos), petardos en los pies, petardines en la cara (esta vez se los llevó todos LoisLein, y los que venían a mí solo me querían por su sombrerín, mejor, mejor), vinieron también los semi-abismos internos, cada loca con su tema, y a mi mente letras de otra época:
“No es cuestión de orgullo, ni de pena, ni de nostalgia ni de agonía en mí(...) Tu lengua es la navaja que raja mis entrañas.” No fui una adolescente tan distinta de las demás, no tanto como quise, siempre jugué a ser una romántica autodestructiva. Jugadora compulsiva.